«La IGIV salvó mi calidad de vida, me ha dado una razón para seguir luchando»
Dave, enfermo de PDIC
«En 2011 me caí en un aparcamiento; las piernas simplemente me dejaron de responder. Me quedé allí tirado en estado de shock cuando me di cuenta de que no tenía fuerza suficiente en los brazos y en las piernas para levantarme. Al final terminé arrastrándome hasta el coche, con la esperanza de que nadie me viera, porque estaba demasiado avergonzado. Y lo que era todavía peor, tenía miedo de lo que me estaba pasando y de cómo iba a ser mi futuro. ¿Mi pareja, a la que amaba profundamente, tendría que convertirse en mi cuidadora? ¿Podría seguir trabajando, ganarme la vida y mantener a mi familia?
Recuerdo el día, hace cinco años, cuando conocí a un especialista que me diagnosticó con polineuropatía desmielinizante inflamatoria crónica (PDIC), una enfermedad autoinmune que me robó la fuerza en los brazos y las piernas. Cuando me dijo que estaba seguro de que mejoraría con tratamiento, por fin sentí que podía respirar de nuevo.
Después de un año conteniendo el aliento, ¡tenía esperanza! Empecé un tratamiento con inmunoglobulina intravenosa (IGIV) cada tres semanas, y poco a poco comencé a mejorar.
Ahora han pasado muchos años de eso, y sí, todavía hay algunos días difíciles, pero un bordillo o un escalón, o levantar la mano lo suficiente para lavarme los dientes, ya no suponen un obstáculo. Tengo una vida maravillosa. Me casé con mi preciosa mujer. Tengo la suerte de tener tres hijas estupendas y puedo formar parte activa de sus vidas. He empezado en un puesto superior en el trabajo que me mantiene ocupado. Incluso me he apuntado al gimnasio. Puede que para muchos no parezcan grandes cosas, pero para mí lo son todo.
De arrastrarme por un aparcamiento a caminar en una cinta andadora y vivir una vida plena, la IGIV no solo ha salvado mi calidad de vida, sino que me ha dado una razón para seguir intentándolo.»